Tengan un buen Sábado de Gloria.
LA HISTORIA UNIVERSAL EN POCAS PALABRAS - Giovanni Papini
Se han escrito historias universales en numerosos
volúmenes, macizos como piedras de muros pelásgicos. Yo me animo a brindar una
historia universal quintaesenciada, pero completa, en unos breves párrafos. El
género humano ha logrado en los últimos diez milenios un grandiosísimo
progreso, señalado por dos pasos meritorios y maravillosos. Fue el primer paso
el de la condición bestial de las primeras edades a la condición de salvaje, el
segundo de la condición salvaje a la de barbarie, en que aún hoy se encuentra.
Porque existen, como cada cual debía saberlo, dos formas de barbarie: la sana y
sencilla que cuenta con pocos adornos y escasos instrumentos, y la más blanda y
corrupta acompañada de lujo decorativo y de la manía mecánica. En cuanto a las
vicisitudes externas de los Estados bastará con decir que el ritmo constante de
las ascensiones y de las caídas se va cumpliendo desde sesenta siglos atrás en
la siguiente manera: un clan belicoso se convierte en centro de un reducido
Estado; este primer núcleo se acrecienta poco a poco por conquistas o
alianzas; cuando llega a ser suficientemente homogéneo y poderoso, trata de
agrandarse cada vez más a costa de sus vecinos, o de otros lejanos, creando lo
que se llaman imperios. Los tales imperios, con el andar del tiempo se ven
asaltados por otros rivales, o por bárbaros menos podridos, se desmoronan o se
desbaratan, tanto, que la nación en un principio conquistadora se va reduciendo
paulatinamente a sus límites antiguos y en ocasiones se tritura de nuevo en
menudas monarquías o repúblicas. El mismo fenómeno de unión, de fusión y de
expansión se repite en otros lugares de la tierra, sometido a las mismas leyes
y a igual destino. En cuanto a política interna, en todas partes damos con el
mismo régimen común y fundamental, bajo nombres y principios diversos; una
minoría más fuerte y más hábil dirige y explota a la mayoría. Estas minorías pueden
integrarse con pocos centenares o con muchos millares de hombres; pueden ser
éstos sacerdotes, o guerreros, o patricios y terratenientes, o demagogos y
capitalistas, pero el cuadro no varía en parte alguna. Así se trate de
autocracia, de monarquía, de república liberal o democrática, de socialismo de
estado o de comunismo proletario, vemos siempre que una casta dominante,
servida por los burócratas y sostenida por los soldados, se afirma en el
gobierno de los pueblos invocando a Dios, o a la Ley , o a la Constitución , o a la Legitimidad , o a la Justicia Social , o
al Mito Nacional, y así sucesivamente. Para concluir, podría aludirse a la
semejanza esencial que existe entre los comienzos de la historia y el punto de
llegada presente. Los hombres primitivos se nutrían de animales, se abrigaban
con pieles de animales y frecuentemente se mataban unos a otros. Los hombres
del siglo XX siguen alimentándose con sustancias animales, se cubren con pieles
de animales y a menudo se matan entre sí. La única diferencia consiste en que
las matanzas son hoy infinitamente más importantes en número de lo que fueron
seis mil años atrás.