sábado, 19 de abril de 2014

Gloria - Vivaldi


Tengan un buen Sábado de Gloria.



LA HISTORIA UNIVERSAL EN POCAS PALABRAS - Giovanni Papini

Se han escrito historias universales en numerosos volúmenes, macizos como piedras de muros pelásgicos. Yo me animo a brindar una historia universal quintaesenciada, pero completa, en unos breves párrafos. El género humano ha logrado en los últimos diez milenios un grandiosísimo progreso, señalado por dos pasos meritorios y maravillosos. Fue el primer paso el de la condición bestial de las primeras edades a la condición de salvaje, el segundo de la condición salvaje a la de barbarie, en que aún hoy se encuentra. Porque existen, como cada cual debía saberlo, dos formas de barbarie: la sana y sencilla que cuenta con pocos adornos y escasos instrumentos, y la más blanda y corrupta acompañada de lujo decorativo y de la manía mecánica. En cuanto a las vicisitudes externas de los Estados bastará con decir que el ritmo constante de las ascensiones y de las caídas se va cumpliendo desde sesenta siglos atrás en la siguiente ma­nera: un clan belicoso se convierte en centro de un reducido Estado; este primer núcleo se acrecienta poco a poco por conquis­tas o alianzas; cuando llega a ser suficientemente homogéneo y poderoso, trata de agrandarse cada vez más a costa de sus vecinos, o de otros lejanos, creando lo que se llaman imperios. Los tales imperios, con el andar del tiempo se ven asaltados por otros rivales, o por bárbaros menos podridos, se desmoronan o se desbaratan, tanto, que la nación en un principio conquistadora se va reduciendo paulatinamente a sus límites antiguos y en ocasiones se tritura de nuevo en menudas monarquías o repú­blicas. El mismo fenómeno de unión, de fusión y de expansión se repite en otros lugares de la tierra, sometido a las mismas leyes y a igual destino. En cuanto a política interna, en todas partes damos con el mismo régimen común y fundamental, bajo nombres y principios diversos; una minoría más fuerte y más hábil dirige y explota a la mayoría. Estas minorías pueden integrarse con pocos centenares o con muchos millares de hombres; pueden ser éstos sacerdotes, o guerreros, o patricios y terratenientes, o demagogos y capitalistas, pero el cuadro no varía en parte alguna. Así se trate de autocracia, de monarquía, de república liberal o democrática, de socialismo de estado o de comunismo proletario, vemos siempre que una casta dominante, servida por los burócratas y sostenida por los soldados, se afirma en el gobierno de los pueblos invocando a Dios, o a la Ley, o a la Constitución, o a la Legitimidad, o a la Justicia Social, o al Mito Nacional, y así sucesivamente. Para concluir, podría aludirse a la semejanza esencial que existe entre los comienzos de la historia y el punto de llegada presente. Los hombres primitivos se nutrían de animales, se abrigaban con pieles de animales y frecuentemente se mataban unos a otros. Los hombres del siglo XX siguen alimentándose con sustancias animales, se cubren con pieles de animales y a menudo se matan entre sí. La única diferencia consiste en que las matanzas son hoy infinitamente más importantes en número de lo que fueron seis mil años atrás.