La Nota
Política de la Semana
La semana que finalizó estuvo signada por un hecho político muy importante,
y que se desarrolló en la ciudad entrerriana de Gualeguaychú, allí se reunió la
convención nacional del partido Radical, a los efectos de decidir sobre las
posibles alianzas con vistas a las elecciones presidenciales de octubre
venidero.
Allí se tomaron decisiones
políticas muy importantes sobre todo por la proyección política del partido, estas
estuvieron signadas por el sentido común de los asambleístas.
Es una realidad que los números
de aceptación en la opinión pública no les cerraban como corresponde a un
partido político de historia centenaria. Es que la actitud de adhesión del
ciudadano común no está pasando por la disciplina
partidaria sino pone sobre la balanza las realizaciones demostrables que cada
candidato pueda demostrar en alguna gestión (gobierno nacional, provincial o
municipal), y en esto el radicalismo no están bien parado, fundamentalmente por
el estigma de la historia reciente, los fracasos continuados, en las gestiones
de gobierno de Alfonsin y Dela Rua.
Aunque los radicales se enojen la
realidad es que si no se cambian con los mecanismos de llegada al pueblo este
lineamiento político tiende a desaparecer. Es que ya no cabe con la retórica de
los viejos caudillos. Un viejo amigo me dijo alguna vez que en la argentina no
se puede gobernar sin el peronismo, y esto no deja de tener razón.
El argentino ha incorporado el
concepto de justicia social en todos los niveles y nadie puede gobernar si no
lo incluye en su discurso. Este concepto siempre fue bastardeado por los
políticos de turno y por lo tanto sea
capaz de llevarlo adelante tendrá el reconocimiento popular.
Todos sin excepción tuvieron su
oportunidad y todos pecaron de la misma imprudencia desde Raúl Alfonsín hasta Cristina
Kirchner manipularon la política con hegemonía gobernaron con decretos de
necesidad y urgencia a su antojo, otros aprovecharon las mayoría que tenían en
las cámaras de representantes y en función de esa representación popular
manipularon los hechos políticos para tratar afianzarse en el poder en forma
casi dictatorial. Todos quisieron ser líderes de una doctrina que se defiende
sola y sobre todo con un movimiento obrero que si sabe lo que quiere y no
claudica.
Estas distorsiones tiene como
consecuencia: primero hace desaparecer el concepto de democracia, segundo crea
el clientelismo político haciendo depender a los más necesitados con las
dádivas que generosamente se reparten.