Para
entender se debe comenzar estudiando las fuentes que generan la
violencia sino es casi imposible arribar a conclusiones valederas. De
manera que pongo a consideración esta conferencia que me pareció
brillante para entender lo que hoy esta pasando en la república. Te
advierto es largo, son dos capítulos de una conferencia y que va en dos
ediciones distintas. No tiene despercdicio.
En ella se lee una conferencia del Dr. Carlos Disandro dictada los días 18 y 27 de junio de 1974 (plena vigencia del gobierno constitucional, legal y legítimamente plebiscitado por el pueblo argentino), en la Escuela Superior de Policía de la Provincia de Buenos Aires.
"Es dable hacer una reflexión al respecto del tema a tratar que será expuesto en varias partes por lo extenso del tema, y por la densidad y profundidad de sus conceptos. Es notable la clarividencia del expositor lo simple de su pedagogía, pero a su vez con una profundidad que adelantaba los tiempos que hoy estamos viviendo.
“Las Causas Generadoras de la violencia, es tan vasto, que no podrá ser profundizado en una sola disertación; por eso trataremos de interpretar, de modo global, los acontecimientos que en este terreno se viven en el país y que, desde luego, deben enfrentar las fuerzas de seguridad.
Cuando se habla de las causas de la violencia, por lo general se alude a fundamentos ideológicos de diverso origen y de diversas tendencias; pero los fundamentos ideológicos no son suficientes para explicar el fenómeno complejo de la violencia en el mundo y en particular en occidente.
Mi propósito es, entonces ubicar-o reubicar-lo que llamaríamos "el contexto biológico" de la violencia en un contexto mayor, que contendría las causas profundas, que son causas espirituales e institucionales en las que se insertan las causas ideológicas.
Una ideología en occidente no
es el recuento racionalista, esquemático, de posiciones políticas. Es más
que todo lo señalado: responde a una transformación del mundo occidental, a una
decantación de posiciones espirituales y una quiebra de las instituciones
tradicionales, cuyo resultado es la crisis que nosotros vivimos.
Esta introducción general sirve
en este momento para señalar las siguientes premisas:
- Las causas ideológicas de la
violencia deben ser comprendidas en un marco mayor.
- En este marco mayor, debemos
advertir los principios profundos, espirituales e institucionales de los que
dependen las presiones ideológicas. Según este enfoque voy a desarrollar la
exposición, en forma de clase, con sus virtudes y sus defectos. La virtud está
en que la comunicación es directa y franca; el defecto en que es esquemática y
en un tiempo breve no es posible agotar
toda esta problemática. Pero pretendemos dejar a los señores cursantes de la
Escuela Superior un panorama suficientemente claro, que permita completar o
complementar el rumbo que ya tengan por el conocimiento adquirido.
En primer lugar, debemos hablar
de lo denominaríamos el derrumbe de una cultura, como marco mayor en el
que se va a dar la violencia. El derrumbe de una cultura sería el gran contexto
del cual podemos aprender, si recordamos la magna sentencia de los antiguos: La
historia es maestra de la vida.
El derrumbe que vivimos en este
lapso del siglo XX ha ocurrido ya, al menos dos veces, en la historia de
occidente y en sus fuentes espirituales.
El primero de estos derrumbes
aconteció en el fin de la antigüedad - en el período de la caída del imperio romano
- entre una cultura que se desagrega y fenómenos que presionan sobre la
cultura, con características peculiares que no pueden ser explicados ahora.
El segundo derrumbe aconteció en
el siglo XV - es decir entre 1450 y 1520 - con la gran violencia desatada en Europa,
en especial en Francia y en Italia. Basta leer las crónicas de aquellas épocas para
advertir los fenómenos parecidos a los que vivimos hoy, con las características
propias, naturalmente, de esa cultura y esa civilización. Las causas de aquella
violencia obedecían específicamente a una guerra religiosa que afectó a
toda la contextura del mundo occidental y contagio sus instituciones, incluso
la Iglesia católica, que era la más amplia y generosa. De esta violencia surgió
precisamente aquella gran fractura por la Reforma protestante. Uno lee entonces
las crónicas del siglo XV y cree estar leyendo un diario del siglo XX, o a la
inversa.
El derrumbe de este siglo XV es
el derrumbe de una cultura, que significa la desaparición del lazo institucional que
liga toda la cultura correspondiente a esta época.
En primer lugar, debemos hablar
de lo denominaríamos el derrumbe de una cultura, como marco mayor en el
que se va a dar la violencia. El derrumbe de una cultura sería el gran contexto
del cual podemos aprender, si recordamos la magna sentencia de los antiguos: La
historia es maestra de la vida.
El derrumbe que vivimos en este
lapso del siglo XX ha ocurrido ya, al menos dos veces, en la historia de
occidente y en sus fuentes espirituales.
El primero de estos derrumbes
aconteció en el fin de la antigüedad - en el período de la caída del imperio
romano - entre una cultura que se desagrega y fenómenos que presionan sobre la
cultura, con características peculiares que no pueden ser explicados ahora.
El segundo derrumbe aconteció en
el siglo XV - es decir entre 1450 y 1520 - con la gran violencia desatada en Europa,
en especial en Francia y en Italia. Basta leer las crónicas de aquellas épocas para
advertir los fenómenos parecidos a los que vivimos hoy, con las características
propias, naturalmente, de esa cultura y esa civilización. Las causas de aquella
violencia obedecían específicamente a una guerra religiosa que afectó a
toda la contextura del mundo occidental y contagio sus instituciones, incluso
la Iglesia católica, que era la más amplia y generosa. De esta violencia surgió
precisamente aquella gran fractura por
la Reforma protestante. Uno lee entonces las crónicas del siglo XV y cree estar
leyendo un diario del siglo XX, o a la inversa.
El derrumbe de este siglo XV - es
el derrumbe de una cultura, que significa la desaparición del lazo
institucional que liga toda la cultura correspondiente a esta época.
Señalemos ahora: la violencia de
la que hablamos ocurre; acontece en occidente. En la Unión Soviética no hay
violencia, porque la llamada revolución cultural, que se desarrolló en
China hace aproximadamente seis a ocho años, está generada desde el poder, es
un instrumento político de poder.
Pues la razón de que la violencia
no se de en la Unión Soviética ni en la
China maoista, y si se da en Occidente, es muy simple: en la Unión Soviética la
gran violencia aconteció en 1917 y destruyó , aniquiló y sustituyó el enmarque
cultural y religioso vigente en ese tiempo. De manera que en la Unión Soviética
no es posible hoy ninguna clase de violencia de este tipo, porque ha enmarcado
su institucionalizad de tal manera que ha eliminado las causas que la generan.
En Occidente en cambio, el derrumbe cultural impera como un proceso de
desagregación que afecta a las instituciones, sin excluir a la misma Iglesia
católica.
Sobre este marco se despliega un
segundo marco, un marco menor, que está inserto en el panorama general que he
resumido y que definiríamos como la ruptura del encuadramiento
institucional.
Esta ruptura se refiere a los
fundamentos mismos de la comunidad humana, y en este caso nos referiremos sustancialmente a tres instituciones, que son
las más importantes: la familia, las instituciones educativas y las
instituciones religiosas.
Entendemos por ruptura del
encuadramiento la siguiente situación: hasta hace relativamente poco las
generaciones jóvenes de sentían contenidas con un molde, en un encuadre, ya sea
familia, la institución política, la institución educativa o la religiosa. De
ese sentirse contenido el joven
recibía un rumbo espiritual, no sólo una posición ideológica o un contenido
conceptual, sino una ubicación en la existencia misma. Eso en Occidente ha terminado y no hay ninguna institución que haga de
continente de las generaciones jóvenes, que entonces se sienten
desvinculadas de la autoridad paterna, de la autoridad familiar y de la
autoridad pedagógica. Quien habla tiene una experiencia educativa de la
Universidad de La Plata y en otras universidades del país y puedo asegurarles que
la autoridad pedagógica para ser ejercida requiere tal energía, tal coherencia,
tal continuidad que humanamente es casi imposible lograrlo.
Sin autoridad familiar que cubra
el rumbo juvenil, sin autoridad pedagógica que subraye el contenido conceptual
que se trasmite y, finalmente, sin autoridad religiosa que selle el contenido
del destino personal, las generaciones jóvenes se sienten absolutamente
desligadas, se sienten en un estado de falsa liberación.
¿Dónde presiona la ideología?
Justamente en ese terreno es donde aparece la presión ideológica, favorecida
porque no hay contención, no hay autoridad que indique un rumbo y selle el
concepto vital. Por supuesto que hay muchas instituciones quebradas, pero
señalo las tres fundamentales: Familia, educación y religión, por ser básicas
en la existencia del hombre en un marco cultural.
La ruptura del encuadramiento
institucional es la consecuencia directa de lo que he llamado ”derrumbe
cultural”, que en el caso de Occidente se manifiesta con caracteres específicamente
disolventes y que afecta a todos los estamentos sociales , a todas las edades y
a todas las situaciones. Dentro de este aspecto de ruptura tenemos que hablar
de una segunda ruptura que se refiere a una relación más profunda entre la
naturaleza y la razón. Hasta hace poco tiempo y como una gran herencia del
mundo griego ratio estaba contenida en
natura: la razón es un constitutivo de la naturaleza: De modo que
naturaleza es un círculo amplio y razón es un círculo más pequeño incluido en
el primero.
De la relación armoniosa de estos
dos círculos concéntricos deriva un equilibrio de la existencia humana.