viernes, 25 de abril de 2014

Ni Yanquis ni Marxista ¡Peronistas!

Prestar atención a este capítulo, se describe la sinarquía, con nombre, datos, especulaciones, para los que no aún no creen del dominio mundial de los factores de poder: Capitalismo liberal, Capitalismo del estado: comunismo Marxista y Vaticanismo. Tal como lo describió el General. Si aún te queda duda leelo a Perón.
¿Quién financió a Lenin y a la Revolución Comunista de1917?
Como se manifestó precedentemente, todo el grupo monopolizador de los banqueros sinarcas Warburg, representó en el siglo XX lo que constituyó el clan Rothschild anteriormente en el S. XIX. Los Warburg, dirigían todos los centros financieros de los Baruch, Lehman, Wiemberg, Goldman Sachs, etcétera.
Este clan, ya desde 1890 maquinaba contra el trono de los Romanoff. Pruebas al canto, sedan al estallar la guerra ruso japonesa cuando Schiff (que abiertamente subvencionaba terroristas rusos), volcó todo su poderío a favor de Japón otorgándoles grandes empréstitos. Rusia, en notoria desventaja económica no pudo sostener a la guerra interna y externa, y aceptó la imposición de la mediación de los EE.UU, cuyo intermediario fue Roosvelt, pero los gestores reales fueron Schiff, Strauss y Krauss, grandes maestres de la Masonería Mundial Sionista, B´Nai B´Rith.

Pronto, la nobleza fue “masonizada” gracias a los ocultistas Papus, Philippe, Gurjieff y el Chamán Badmaiev, bajo amparo de los banqueros cabalistas Manus y Rubinstein.
En Estados Unidos hacia 1911, Schiff forzó a Taft a romper los tratados comerciales con Rusia, vanagloriándose de ello años después (New York Times, 5/6/1916). Envió un telegrama de adhesión a un mitin bolchevique realizado en el Carnague Hall, donde el orador Kennan proclamó la financiación de Schiff para la propaganda revolucionaria. (New York Times, 10/4/1917).
Por su parte, En Alemania, Ballin, Bethman-Hollweg y Rathenav, subvencionaban a Lenin.
Las pruebas de la financiación a Trostsky y a Lenin, pueden encontrarse en los documentos diplomáticos intitulados “Paper relating to the Foreign Relations of deUnited States -1918-, United States, Government Printing Office, Washington, 1931”, publicado por el Departamento de Estado, publicado por Jacques Delacroix. (16)
Desde hacía varios años, Jacob Schiff, un israelita de origen alemán, nacido en Frankfurty emigrado a Estados Unidos, integrante de un clan históricamente agente de los Rothschild, había llegado a ser “patrón” de la banca Kuhn Loeb € Cía, e interesado en los negocios con Rusia, tenía una aversión impiadosa contra los Romanoff, y deseaba vivamente el trono imperial. Se reprochaba que Romanoff entorpeciera sus negocios y los planes bancarios.
Como ya expresamos, Kuhn Loeb € Cía sostuvo financieramente a los japoneses en la guerra contra Rusia, además de apoyar a los terroristas contra la “vieja Rusia”. (61)
Cuando Shiff había ganado la partida contra los Romanoff, telegrafiaba a Milioukoff, ministro de relaciones exteriores del Gobierno Provisorio: “… permítame en calidad de enemigo irreconciliable de la autocracia tiránica que persigue sin piedad a nuestros correligionarios, felicitar por vuestro intermedio al  pueblo ruso por la acción que acaba de llevar a cabo, tan brillantemente, y desear plenoéxito a vuestros camaradas del gobierno y a usted mismo”. (17)
El gobierno provisorio no fue seguro para Schiff y por temor a que traicionaran los intereses de Kuhn Loeb € Cía, se abocó a remplazar ese gobierno por hombres “de él”. Esos hombres serían nada menos que Leiba (o León) Bronstein y Vladimir Ilitch (Lenin). (18)
Gracias al documento antes mencionado, el n° 9 no deja lugar a dudas de cómo se instauró el régimen bolchevique derrocándose al gobierno de Kerensky. Dice su texto:
“M. Raphael Scholnickan Haparanda
Estimado Camarada:
La oficina de la Banca Warburg ha abierto, de acuerdo con el telegrama del sindicato Wesfalo-Renano, una cuenta a nombre del camarada Trotsky. El procurador adquirió armas y organizó el transporte de las mismas hasta Lulea y Vardo a la oficina de Essen y Son a nombre de destinatarios de Lulea y una persona fue habilitada para recibir el dinero pedido por el camarada Trotsky.
J. FUSTENBERG.
El documento siguiente n° 10 dirá: “el pedido del camarada Trotsky fue satisfecho”.
Samuel Gompers, escribía en 1982:
La verdad es que la finanza internacional ha aguzado su apetito creyendo ver en Rusiauna ocasión para el pillaje.
No conozco nada más cínico que la actitud de los hombres de estado y los financistas europeos respecto al caos ruso. Especialmente su objetivo, tal como ha sido expuesto en Génova, consiste en imponer a Rusia la servidumbre económica a cambio del reconocimiento político de los Soviets. La Finanza Norteamericana fue invitada a tomar parte en esa miserable y despreciable empresa, cual es el pillaje de un vasto dominio, y para facilitar sus esfuerzos, ciertos banqueros norteamericanos ocupados en hipotecar el mundo, están prestos a sembrar en su propio país la venenosa propaganda antidemocrática del bolchevismo, corrompiendo, comprando, intimidando o halagando. Hay espléndidas y notables excepciones, pero los grandes poderes se dirigen en esa (62) dirección: poner a un pueblo de rodillas… de especial importancia es la adhesión a la causa bolchevique del grupo de banqueros germano-anglo norteamericanos que desean instalarse como financistas internacionales para enmascarar su verdadera función. El más importante banquero de ese grupo y vocero del mismo, nacido en Alemania, envió órdenes a sus amigos y asociados a fin de que todos trabajasen en favor del reconocimiento de los Soviets.
Más pruebas de la inexorable ayuda supra capitalista a la Revolución Rusa
Hacia comienzos de siglo XX, la opinión pública norteamericana casi uniformemente, simpatizaba con los rusos anti bolcheviques y aun pretendían que se les ayudara, pero por entonces toda la prensa monopólica del sionismo norteamericano se dedicó a desinformar. Así por ejemplo, Hebert Matthews del New York Times cablegrafiaba desde Moscú el 7 de mayo de 1918, que la revolución soviética no era propiamente comunista, que nada había que temer y que una encuesta indicaban “que Lenin, Trotsky, Stalin, y otros son anticomunistas” (la misma Táctica que medio siglo después utilizaría Fidel Castro para engañar a su pueblo…).
Mientras que los anticomunistas no recibían ayuda foránea, los bolcheviques acogían armas, y millones de dólares, que recibían de magnates del extranjero, y finalmente la contrarrevolución de Deniken fue vencida.
Franklin D. Roosevelt, llegó al poder y consigo llevó a un grupo de colaboradores llamados “el Trust de los Cerebros”, encabezados por el banquero J. Wasburg. Uno delos primeros actos del presidente fue entrevistarse con el ministro soviético de Relaciones, Maxim Litinov (seudónimo, su apellido era Filkestein), y luego reconocer al gobierno bolchevique de la URSs cosa que los gobiernos no accedían. Este reconocimiento salvó a la Unión Soviética de su cataclismo económico. La opinión pública norteamericana hasta ese entonces era engañada, al hacerles creer que la contraprestación del reconocimiento sería la disolución del partido comunista estadounidense, pero ello nunca acaeció. (19)

En 1935, Estados Unidos prohibió la venta de armas, a cualquier beligerante futuro, en los prolegómenos de una nueva guerra de grandes dimensiones mundiales. Pero misteriosamente, Roosevelt inició una intensa propaganda para derogar ese acuerdo porque, según sus decires, Alemania sería una “amenaza mundial”. (63)Hubo una gran verdad que todos pretendieron encubrir y que exponemos hete aquí guste a quien le guste, siendo demostrable con los diarios dela época: la opinión pública norteamericana y sus deseos para con el comunismo en aquella época, coincidía más con el discurso de Adolfo Hitler que con el de Franklin Roosevelt. Las pruebas de cómo los pueblos fueron traicionados en sus voluntades en un pacto yanqui-soviético, son perfectamente reveladas en el libro “Derrota Mundial” de Salvador Borrego. (20) Amén de esto, cabe aclarar en el presente análisis que toda apología a los totalitarismos son condenados por quien les habla. Pero cabe hacer mención que generalmente solo se conocen las siniestras historias del nacionalsocialismo, al tiempo que se ocultan alevosa y pérfidamente, las barbaridades cometidas en la Unión Soviética. Que la Unión Soviética haya sido uno de los imperialismos victoriosos en 1945 y aliado inexorable del “Gendarme del Mundo”, no da derecho a disimular los genocidios perpetrados por ese imperialismo que se llevó consigo más de cien millones de crímenes de los que nadie se atreve a hablar. Los mismos que dicen que “un muerto por causas políticas ya es suficiente para ser condenado”, se las hicieron para que la historia oculten, millones de asesinatos…
Podemos decir que así como se inventó el término negacionismo para quienes dudan del hecho del holocausto, lo anteriormente expresado forma parte del afirmativismo, esto es, la condena a todo aquel que afirma sobre los genocidios contra la humanidad cometidos por las potencias vencedoras en 1945.
Dice Salvador Borrego en la obra citada:
Mister Hull reconoce en «Paz y Guerra» que en 1937 «se desarrolló un considerable sentimiento público en los Estados Unidos que pedía una enmienda constitucional que hiciera necesaria la votación popular como requisito previo a toda declaración de guerra». (…) pero «tanto el Presidente Roosevelt coma el Secretario de Estado —agrega Hull— expresaron en varias ocasiones su decidida oposición». Mediante resueltos esfuerzos del (64) Presidente, la proposición fue rechazada por el estrecho margen de 209 votos contra188.
En ese mismo año de 1937 —dos años antes de la guerra— el embajador norteamericano William C. Bullit se enteraba de que «fueron cerradas diez mil iglesias en Rusia... Se afirma que la NKVD cuenta en estos momentos con 600,000 hombres. Hasta el Ejército Rojo — añade en «Amenaza Mundial»—está sujeto a su control. En los campos de concentración y cárceles de la NKVD el número de prisioneros no habrá sido nunca inferior, durante los pasados 15 años, a 10 millones, trabajando medio hambrientos».
El sacerdote Walsh, que formando parte de una misión de ayuda social había estado dos años en la URSS, informó pormenorizadamente a Roosevelt sobre la forma en que eran perseguidas las religiones en Rusia. Sin embargo un velo de indulgente silencio oficial se tendía sobre estos hechos. Pero muy distinta había sido la actitud de Roosevelt cuando en julio de 1935 las autoridades alemanas habían capturado a varios israelitas conectados con el golpe de estado que von Rundstedt hizo fracasar. Y sobre todo, el disgusto de Roosevelt adquirió proporciones de ira cuando en noviembre de 1938 Alemania impuso una multa de 400 millones de dólares a la Comunidad Israelita, como represalia por el asesinato del diplomático alemán Ernest von Rath, consumado en París por el judío Herschel Grynszpan. Ciertamente que hubo también sinagogas dañadas y cristales rotos en los comercios judíos (tantos que el suceso es conocido como «la noche de cristal»), pero el gobierno alemán impidió que la indignación degenerara en ataques personales contra los hebreos. Roosevelt se apresuró entonces a decir (15 de noviembre de 1938): «Apenas puedo creer que esas cosas ocurran en la civilización del siglo XX».
Cosas mil veces peores que multar con 400 millones de dólares a una comunidad poseedora entonces de 3,200 millones de dólares en Alemania—, estaban ocurriendo en la URSS; pero de eso no se hablaba. Para la camarilla de Roosevelt era un delito inconmensurable que Hitler enviara a campos de concentración a cientos de agitadores bolcheviques, pero le parecía natural e inobjetable que el Kremlin encarcelara amillones de anticomunistas.
A raíz de la multa impuesta a la comunidad judía de Alemania, Roosevelt retiró a su embajador Hugh Wilson y alentó a Inglaterra a declarar combinadamente una guerra comercial contra el Reich.
El primer paso para la ruptura y para la guerra armada se había dado ya.
A continuación Roosevelt agregó que «las tempestades en el extranjero amenazaban directamente a tres instituciones indispensables para los americanos, la religión, la democracia y la buena fe internacional». (65) Era extraordinario que Roosevelt —masón 33— presentara a Alemania como un peligro para la religión y que nada dijera respecto a la URSS. Berlín acababa de firmar el 20 de julio de 1933 un Concordato con el Vaticano, que incluso concedía libertad completa a las escuelas confesionales, cosa que rige en muy contados países. Además, Hitler proclamaba enfáticamente que «las doctrinas e instituciones religiosas de un pueblo debe respetarlas el Fuhrer político como inviolables... Los partidos políticos nada tienen que ver con las cuestiones religiosas». Y en contraste con todo esto, en Rusia estaba prohibida la enseñanza religiosa para jóvenes que no hubieran cumplido los 18 años, período durante el cual el Estado les inculcaba un profundo sentimiento ateísta, concretado en la conocida frase leninista de que «la religión es el opio del pueblo».
Era igualmente extraordinario que Roosevelt presentara a Alemania como una amenaza para la democracia y nada dijera de la URSS, en donde el sistema dictatorial era primitivo y sangriento, con el agravante de que no se trataba de una dictadura instaurada pacíficamente mediante plebiscito —corno la de Hitler—, sino mediante purgas sangrientas. Y también era extraordinario que Roosevelt se refiriera a Alemania como «amenaza a la buena fe internacional» —a pesar de que la política alemana se orientaba específicamente contra la URSS—, y que el propio Roosevelt enmudeciera ante la bien clara intención bolchevique de imponer su sistema de gobierno a todo el orbe. El primer paso en este sentido lo dio el marxismo al integrar la Tercera Internacional Comunista en todos los países de Occidente. Y estas células, avanzadas de la «revolución mundial”, ostentaban públicamente los símbolos bolcheviques (bandera roja, hoz, martillo y canto de la Internacional) y recibían instrucciones del Kremlin. (…)
El líder comunista español Víctor Serge huyó de Rusia indignado de esas carnicerías humanas y refirió que muchos de los acusados admitían ser culpables para salvar a sus familias.
“Muchos más —dice en «Hitler contra Stalin»— se indignan y acusan: sus gritos son ahogados en las cárceles o se les fusila sin proceso alguno. El número de fusilados asciende probablemente a cien mil. Jamás ningún Estado ha destruido sus cuadros con semejante ensañamiento y de una manera tan completa. Gobierno y comités han sido renovados por lo menos dos veces en dos años. Tan sólo el Ejército perdió 30000 de los 80000 oficiales». Estos desmanes, peores que apedrear vitrinas, también ocurrían en el siglo veinte, pero a Roosevelt no le parecían increíbles ni condenables. Y es que en realidad nadie podía acusar en esa época a Stalin de atacar básicamente al movimiento sionista.” (66)
El periodista norteamericano William L. White acompañó a Eric Johnston, Presidente dela Cámara de Comercio de Estados Unidos, a una gira por numerosas provincias soviéticas y dio el siguiente testimonio:
“Una de las cosas admirables del régimen soviético es su actitud hacia cualquier forma de prejuicio de raza, que contiene con mano firme sin ocuparse de discutir con el pueblo ruso, en el cual el antisemitismo ha sido tradición de siglos... El Gobierno ha realizado un gran esfuerzo para reducir el antisemitismo, con el resultado de que en Rusia su importancia es similar a la que tiene en Estados Unidos, aunque las condiciones en este sentido no son tan excelentes como las que existen en Inglaterra.”
El escritor norteamericano Robert E. Sherwood colaboró íntimamente en la Casa Blancay refiere que el más cercano colaborador de Roosevelt era Harry Hopkins, educado políticamente por el Dr. Steiner, y fue la segunda personalidad individual que de hecho dominó en los Estados Unidos durante el más crítico período de la guerra... Hopkins no vacilaba en aprovechar su íntimo contacto con el Presidente para favorecer sus intereses propios o los de las instituciones con las que tenía personal relación.
Hopkins también fue el hombre que gozó de la máxima confianza de Franklin D.Roosevelt. Por espacio de varios años fue los ojos, los oídos, y las piernas del Presidente, el instrumento casi anónimo de la voluntad de Roosevelt.
Su influencia llegó a ser tan decisiva en asuntos capitales que el general Marshall le confesó a Sherwood que su nombramiento de Secretario de Estado se lo debía “primordialmente a Harry Hopkins. Otro escritor norteamericano, John T. Flynn, revela lo siguiente en El Mito de Roosevelt: “Roosevelt compró al pueblo norteamericano con el dinero del propio pueblo y ganó todas las elecciones. Tengo cuatro millones de hombres —decía Hopkins— pero por amor de Dios no me pidas que te diga en qué trabajan...”.
Hopkins fue el instrumento principal de Roosevelt en esta grandiosa empresa de derroche corrupción, organizó el sistema de las limosnas con dinero público de tal manera que los subsidios sólo les tocaban a los demócratas, a los fieles de Roosevelt que votaban por él... Este personaje se instaló en la Casa Blanca como favorito oficial y fue, después de Roosevelt, el hombre más poderoso de los Estados Unidos.
También es significativo que las logias masónicas españolas fueran la espina dorsal del régimen comunista de Azaña. Durante todo el tiempo de la lucha armada estuvieron gestionando desesperadamente que Roosevelt y su camarilla hebrea intervinieran directa y decisivamente en la Península, pero el Poder Israelita de la Casa Blanca consideró que una acción de ese género ponía en peligro lo más por lo menos. John M. Cowles, masón de Washington, enviaba fondos a sus hermanos de España y les explicaba que la masa (67) católica norteamericana era todavía un obstáculo muy grande para intervenir en España: “Si los católicos votan en masa por los demócratas, vencen, y si votan por los republicanos, vencen también. Al menos este es el caso general por lo que ambos partidos políticos hacen continuamente lo que pueden por conseguir el voto de los católicos». Esa fue la causa de la neutralidad de Washington durante la guerra de España.
El marqués de Merry del Val dirigió una carta a Roosevelt preguntándole por qué no mostraba ninguna compasión hacia los millares de católicos asesinados en España por las brigadas internacionales bolcheviques. Poco antes Roosevelt se había mostrado muy impresionado y altamente indignado cuando los alemanes dañaron escaparates de judíos, y había retirado su Embajador en Berlín y declarado que apenas podía creer que tales sucesos ocurrieran en el siglo veinte. Del Val le decía que los vidrios rotos en los comercios judíos de Alemania eran cosas «bien pequeñas, por deplorables que sean, hallado de los sucesos de España», hacia los cuales Roosevelt no había mostrado la más ligera desaprobación. Estos también ocurrían en el siglo veinte.
Como corolario del presente capítulo cabe destacar un hecho que históricamente marca el colmo de lo irracional y doble discursivo:
Archivos desclasificados, que incluyen alrededor de mil documentos, demuestran que la administración de EE.UU. tuvo evidencias de que la masacre en el bosque de Katyn(donde fueron asesinados unos 22.000 militares e intelectuales polacos), no había sido perpetrada en 1940 por los alemanes nazis, sino por los soviéticos por orden personal deI ósif Stalin y otros altos cargos de la URSS. Sin embargo, prefirió no sacar a la luz la verdad por motivos políticos. Entre los documentos, publicados por los Archivos Nacionales de Estados Unidos, figuran las cartas de los prisioneros de guerra estadounidenses cautivos de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
En las del capitán Donald B. Stewart y el teniente coronel John H. Van Vliet se describen las tumbas masivas descubiertas por los alemanes en 1943 en Polonia, que ocuparon en1941. Los documentos, el estado de los cadáveres y su indumentaria, entre otras cosas, hizo a los militares llegar a conclusión de que los polacos fueron masacrados antes de que las tropas soviéticas perdieran terreno en esa región rusa (Smolensk) ante el avance nazi. Los presos lo comunicaron en sus cartas a las autoridades de EE.UU. La Administración del presidente Franklin Roosevelt conocía el crimen soviético, pero optó por guardar silencio, argumentan algunos historiadores consultados por la agencia AP. Entre los motivos que pudieron haber motivado dicha decisión destaca el hecho de que la URSS fuera un aliado indispensable para EE.UU. en su lucha contra Japón, aliado de Hitler. Ya después de la Guerra, en 1952, un comité del Congreso estadounidense llevó acabo una investigación del caso Katyn y culpó totalmente a la URSS de la matanza. También recomendó a la Casa Blanca demandar por el delito a la Unión Soviética ante tribunales internacionales. Además, afirmó que la administración de Roosevelt tomó la (68) decisión de no airear la matanza por una "necesidad militar". Sin embargo, Washington no lo tuvo en cuenta y acalló la verdad hasta la desaparición de la URSS. Moscú reconoció la responsabilidad soviética en la tragedia en 1990 y se disculpó ante Polonia. En 2010 Rusia desclasificó 61 tomos del caso Katyn y se los entregó a Polonia. (21)
El enemigo de mi enemigo: ¿Es necesariamente mi amigo?
Ningún marxista, ni ningún liberal, pueden explicar estas “conexiones”, léase, complicidad y sociedad. A lo largo de un siglo, podemos encontrar millones de ejemplos. Cualquiera de los acólitos tanto de unos como de otros (marxistas o liberales), podrán hablar de “táctica y de estrategia”.
Tal vez explicarán sus procederes con el lema “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”.
Ello, por lo menos, ha sido lo que fundamentaron al ingresar en el Segundo Gran Conflicto Bélico Mundial. Pero la alianza supra capitalista con el comunismo, como ya hemos visto, devenía desde los comienzos mismos del marxismo. Y a la vez, podrán explicar el lema antes dicho pero lo que la internacional demo liberal burguesa, capitalista y masónica, no podrá responder nunca, por lo menos racionalmente, es: ¿en qué cerebro humano cabe, el FINANCIAR A UN PRESTATARIO PARA LA EMPRESA DE MATAR AL PRESTAMISTA? Hágase analogía a la pregunta con la financiación del supra capitalismo a su archirequete contra enemigos marxistas (por lo menos de la parla).
Aunque parezca el colmo de lo increíble, un banquero explicó la estafa de la dialéctica comunismo vs capitalismo:

En el libro “Ginebra Vs. La Paz” del año 1937, de Auguste Félix Charles de Beaupoil, conde De Saint-Aulaire (1866-1954) y ex Embajador Francés en Londres, el autor recordó una conversación que mantuvo con Otto Kahn (1869-1934; quien fuera socio, junto con Jacob Schiff y Paul Warburg en el banco Kuhn Loeb), en la que el autor le preguntó por qué los banqueros respaldarían al bolchevismo, un sistema ideológicamente contrario al capitalismo. Kahn le contestó: “usted dice que el marxismo es la antítesis del capitalismo, el cual es igualmente sagrado para nosotros, de forma tal que se ponen en nuestras manos los dos polos del planeta, permitiéndonos ser su eje. Estos dos contrarios, como el bolchevismo y nosotros, encuentran su identidad en la internacional comunista”. (22)