La ley 24.184/92
Con lo expuesto, cabe hacer una
serie de consideraciones. Actualmente está en boga la discusión por la “ley de
medios K”. Resulta ser que la autodenominada “oposición”, esgrime que nunca
antes en la historia argentina, una ley fue votada en tan rápido tiempo,
automáticamente, sin debate ni consideración…pues bien, dejando de lado los
cacareos políticos, ésta afirmación es incorrecta. Digo esto, porque la ley
24.184, Convenio Suscripto en Londres el11/12/90 con el Gobierno del Reino
Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte para la promoción y protección de
inversiones, fue sancionada en una sesión relámpago. (9)
A pesar que ni la historia, ni los
medios, ni la “oposición” lo recuerde, cabe recordar que la antes mencionada
ley fue aprobada en menos de 120minutos de forma casi automática.
A diferencia de la Ley de
Radicación de Capitales de 1953, esta ley es un claro hecho elocuente del
triste lacayismo nacional ante las garras del imperialismo sinárquico
internacional. Por esta ley se consagra a nuestro enemigo de Malvinas, la
condición de país más favorecido y privilegiado. En el artículo 14, se
establece que el convenio (redactado prácticamente por Gran Bretaña, por lo que
más que convenio suena a mediocre e hipócrita imposición imperial para con
nuestra republíquela colonizada), permanecerá en vigencia por el término de
diez años, más doce meses adicionales a partir de notificada la denuncia, y se
establece que las inversiones previas a la terminación mantendrán las
disposiciones de la ley por quince años más a partir de su vencimiento (sería
hasta el 2017). Si Perón con la genial ley número 14.222 era por signarla un
liberal, Adam Smith hubiere sido un poroto (como decimos criollamente, al lado
del (38) mismísimo Carlos Menem,
quien sería el liberalismo en esencia pura. Pues es inadmisible que los
representantes firmen un convenio de cercenamiento de soberanía nacional por el
término de un cuarto de siglo… Así como dijera el filósofo, la historia parece
repetirse cíclicamente: la Argentina de la terminación del convenio, se
asemejaría aquel esclavo romano manumitido no solemnemente en épocas anteriores
a la lex iunanorbanadel 19 a.C., donde el esclavo era libre
tácticamente pero no de derecho, estando jurídicamente en manos del amo, pero
tácitamente creyendo el esclavo ser libre. El amo liberaba así a su esclavo,
como dicen los niños: “de mentirita”. (39)
(40)
CAPÍTULO II
El mito del Peronismo
como fenómeno contingente y filosóficamente bastardo: pensar al Peronismo vs
pensar desde el Peronismo
Como hemos referido en el
capítulo anterior, la mendaz historia “academicista” ha formulado una división
tripartita del Peronismo. Muy cultivado por intelectualoides como José Pablo
Feinmann, se ha impuesto una idea generalizada de un Perón zigzagueante
fácticamente a lo largo de la historia entre “la derecha” y “la izquierda”, con
fundamentaciones non sanctas respecto al Peronismo que lindan, según ellos,
entre la supuesta conveniencia oportunista del líder en un momento dado, e
incluso mediando el uso y la traición para con las personas con el único fin de
poseer permanentemente el poder. Con lenguaje generalmente sarcástico y
chocarrero, estos sofistas pensadores se mofan en todas sus interpretaciones y
análisis, sobre el Movimiento Nacional Peronista, asimilándolo a una “baña
cauda” política, integrado por múltiples e incompatibles ingredientes.
Específicamente, el autoproclamado “filósofo” José Feinmann, “mostró la hilacha”
de cuáles fueron siempre sus genuinas intenciones a lo largo de toda su profesión
(llámese mejor, “ocupación”), como novelista burdo en publicaciones como Página
12 y otros pasquines políticos, al sentenciar como conclusión general a “sus
trabajos”, que “el Peronismo no tiene ideología”. (10) Con esas cinco palabras, Feinmann, sus acólitos,
y todos los que piensan análogamente, sintetizaron cuál era y es el mensaje fundamental
que han querido brindar infatigablemente con sus novelas disfrazadas de “filosofía”
y/o “academicismo”. Decía Perón que “la política no se aprende, sino que se comprende”.
De Feinmann no aprendemos mucho, pero sí comprendemos a qué intereses responde
este señor, que en pleno siglo XXI pretende imponer intelectualmente el mismo mensaje
que pretendía dejar el lanussato durante comienzos de la década de 1970: que Perón
era solo y meramente, un “mito”. Porque este filosofo de burundanga, en sus
obras suele escudarse en la realidad de “humanizar a Perón”, pero una cosa es
la forma en que con intenciones inconfesables y detractoras acude este
literato, a diferencias con que lo han hecho muchos otros autores que
escribieron desde la buena fe, como por ejemplo Enrique Pavón Pereyra, biógrafo
de Juan Perón, quien en su afán por describir al General cotidiano, humano y
doméstico, no ha manifestado en ningún momento aversiones subrepticias en
contra de su descripto e insigne personaje biografiado.
Uniformemente a lo largo de la
historia argentina, en los colegios y universidades ha imperado este tipo de
“interpretaciones políticamente correctas” en relación al estudio
fenomenológico del Peronismo.
Lo cierto es que en pleno siglo
XXI, y desde la caída del pensamiento positivista como método analítico imperante
e infalible, nadie niega que la historia en cuanto a (41): academicismo, sea principalmente subjetivista.
Los historiadores asalariados,
funcionarios y funcionales al Establishment, siempre acusaron y acusarán de “no
objetivos” a los simpatizantes del rosismo, del yirgoyenismo y del Peronismo, y
de cuánta exacerbación criolla del patriotismo y sentimiento nacional haya
tanto en los procederes como en la filosofía y la ideología. En universidades y
colegios, imperan catedráticos que condenan al alter de imparcial, sin recabar
en el absurdo que ello puede devenir solamente de un “infalible”. Por
consiguiente, siempre ha sido en nuestro país, que los cipayos fueron los
intérpretes “infalibles” y los demás han sido considerados como los carentes de
objetividad. En resumidas cuentas, la interpretación “civilizada” y de los
“civilizados” versus la interpretación “bárbara” y de la “barbarie” como
dicotomía única y dogmática de un histórico pensamiento único…
De allí el título de marras: “pensar
al Peronismo versus pensar desde el Peronismo”. Porque entre las dicotomías hay
una gran diferencia. No es que haya una condena hacia los que piensan al
Peronismo, pero por tautologías y razonamientos obvios, quienes piensan al
Peronismo generalmente lo hacen desde la “subjetividad no peronista”, excepto
honrosos casos de analistas imparciales, imparciales e independientes, dignos
ciudadanos conjueces de la historia.
Pero así como no se condena que
se piense al Peronismo, lo que sí es reprochable, es que a la hora de interpretarlo,
analizarlo o estudiarlo, se utilice metodología ajena a la doctrina peronista,
omitiéndose se aluda cómo interpretó el Peronismo la realidad 1943-1976.
Al Peronismo se lo puede pensar
con parámetros ajenos a la concepción peronista, como “derecha e izquierda”, “conservadores
o progresistas”, “fachos o bolches”, y demás terminologías políticamente
correctas, pero ello de ninguna forma, significa el pensar “desde el
Peronismo”.
Derecha e izquierda
como conceptos ajenos a las concepciones centrales del Peronismo
Lo referido anteriormente se
funda en que para el Peronismo las cuestiones centrales no trascendían en la
dicotomía derecha/liberal, izquierda/marxista. Para el creador del Movimiento
Peronista, el mundo estaba regido por lo que él denominó en llamar como “las
internacionales”, que componían el gran poder sinárquico mundial. (11)
Desde que Juan Perón fuera
profesor de Historia Militar, en la Escuela Superior de Guerra, cuentan las
anécdotas y testimonios, que siempre se explicaba al estudiantado el rol de las
seis internacionales: la liberal
masónica, la vaticanista, la comunista, la socialdemócrata, la sinárquico
sionista, y por último a modo de chanza, el profesor Perón decía que existía la
(42)
Internacional más importante, la cual era “la de los boludos”, “de esos que están en todas partes, sin
descansar nunca haciendo pelotudeces”, y que eran fácilmente dominables por
las demás internacionales. Para el Peronismo, la división derecha/izquierda no
es un análisis total de la realidad a decir verdad ello corresponde a una falsa
dialéctica integrante de un mismo poder sinárquico mundial. Decía el exiliado
ex Presidente Perón en una misiva datada en Madrid, con fecha 30 de agosto de
1966, a su amigo, maestro y simultáneamente discípulo, profesor Carlos A. Disandro:
“… menciono a tales fuerzas que, APARENTEMENTE CONTRAPUESTAS, trabajan
de consuno con móviles de dominio por las ‘Grandes Internacionales’ que vienen trabajando
desde hace más de treinta años.
“Tales fuerzas son para mí: el marxismo y el capitalismo que, EN
APARIENCIA se disputan el predominio, pero en la realidad marchan estrechamente
unidas y con designios comunes. Basta para ello verlos en 1938 cuando terceros
en discordia(Alemania E Italia) aparecen en el mundo opuestos a tales designios
y cómo en 1945 terminada la Segunda Guerra Mundial, en la famosa Conferencia de
Yalta, se reparten el mundo para su explotación y dominio. No es menos
aleccionador que a estas ‘Grandes Internacionales’ de entonces, aparezcan
unidas el sionismo, la masonería y vaticano. En el caso nuestro de 1955, no ha
sido menos elocuente la unión de estas cinco internacionales contra el
Justicialismo, como fuerzas ocultas de la revolución…”
En consonancia con esto,
manifestó Perón también en diario “La Razón” del 4 de julio de1972:
“El problema es liberar al país para seguir libres. Es decir que
nosotros debemos enfrentar a la sinarquía internacional manejada desde las
Naciones Unidas, donde están el Comunismo, el Capitalismo, la Masonería, el
Judaísmo Internacional, y el Vaticano. Todas estas fuerzas que tienen después
miles de colaterales en todo el mundo, son las que empiezan a actuar”.
En el siguiente capítulo
desarrollaremos cómo en la linealidad de la historia del globo en su
generalidad, y de las naciones en su especificidad, tanto el liberalismo como
el marxismo y los prosélitos de ambos, no fueron dos demonios sino que han sido
dos tridentes compinches de un mismo demonio, la sinarquía internacional monopolizadora
del gran poder usurero mundial.