miércoles, 16 de abril de 2014

Ni Yanquis Ni Marxistas ¡Peronistas! - Diego Mazzieri

La ley 24.184/92
Con lo expuesto, cabe hacer una serie de consideraciones. Actualmente está en boga la discusión por la “ley de medios K”. Resulta ser que la autodenominada “oposición”, esgrime que nunca antes en la historia argentina, una ley fue votada en tan rápido tiempo, automáticamente, sin debate ni consideración…pues bien, dejando de lado los cacareos políticos, ésta afirmación es incorrecta. Digo esto, porque la ley 24.184, Convenio Suscripto en Londres el11/12/90 con el Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte para la promoción y protección de inversiones, fue sancionada en una sesión relámpago. (9)
A pesar que ni la historia, ni los medios, ni la “oposición” lo recuerde, cabe recordar que la antes mencionada ley fue aprobada en menos de 120minutos de forma casi automática.

A diferencia de la Ley de Radicación de Capitales de 1953, esta ley es un claro hecho elocuente del triste lacayismo nacional ante las garras del imperialismo sinárquico internacional. Por esta ley se consagra a nuestro enemigo de Malvinas, la condición de país más favorecido y privilegiado. En el artículo 14, se establece que el convenio (redactado prácticamente por Gran Bretaña, por lo que más que convenio suena a mediocre e hipócrita imposición imperial para con nuestra republíquela colonizada), permanecerá en vigencia por el término de diez años, más doce meses adicionales a partir de notificada la denuncia, y se establece que las inversiones previas a la terminación mantendrán las disposiciones de la ley por quince años más a partir de su vencimiento (sería hasta el 2017). Si Perón con la genial ley número 14.222 era por signarla un liberal, Adam Smith hubiere sido un poroto (como decimos criollamente, al lado del (38) mismísimo Carlos Menem, quien sería el liberalismo en esencia pura. Pues es inadmisible que los representantes firmen un convenio de cercenamiento de soberanía nacional por el término de un cuarto de siglo… Así como dijera el filósofo, la historia parece repetirse cíclicamente: la Argentina de la terminación del convenio, se asemejaría aquel esclavo romano manumitido no solemnemente en épocas anteriores a la lex iunanorbanadel  19 a.C., donde el esclavo era libre tácticamente pero no de derecho, estando jurídicamente en manos del amo, pero tácitamente creyendo el esclavo ser libre. El amo liberaba así a su esclavo, como dicen los niños: “de mentirita”. (39) (40)


CAPÍTULO II

El mito del Peronismo como fenómeno contingente y filosóficamente bastardo: pensar al Peronismo vs pensar desde el Peronismo

Como hemos referido en el capítulo anterior, la mendaz historia “academicista” ha formulado una división tripartita del Peronismo. Muy cultivado por intelectualoides como José Pablo Feinmann, se ha impuesto una idea generalizada de un Perón zigzagueante fácticamente a lo largo de la historia entre “la derecha” y “la izquierda”, con fundamentaciones non sanctas respecto al Peronismo que lindan, según ellos, entre la supuesta conveniencia oportunista del líder en un momento dado, e incluso mediando el uso y la traición para con las personas con el único fin de poseer permanentemente el poder. Con lenguaje generalmente sarcástico y chocarrero, estos sofistas pensadores se mofan en todas sus interpretaciones y análisis, sobre el Movimiento Nacional Peronista, asimilándolo a una “baña cauda” política, integrado por múltiples e incompatibles ingredientes. Específicamente, el autoproclamado “filósofo” José Feinmann, “mostró la hilacha” de cuáles fueron siempre sus genuinas intenciones a lo largo de toda su profesión (llámese mejor, “ocupación”), como novelista burdo en publicaciones como Página 12 y otros pasquines políticos, al sentenciar como conclusión general a “sus trabajos”, que “el Peronismo no tiene ideología”. (10) Con esas cinco palabras, Feinmann, sus acólitos, y todos los que piensan análogamente, sintetizaron cuál era y es el mensaje fundamental que han querido brindar infatigablemente con sus novelas disfrazadas de “filosofía” y/o “academicismo”. Decía Perón que “la política no se aprende, sino que se comprende”. De Feinmann no aprendemos mucho, pero sí comprendemos a qué intereses responde este señor, que en pleno siglo XXI pretende imponer intelectualmente el mismo mensaje que pretendía dejar el lanussato durante comienzos de la década de 1970: que Perón era solo y meramente, un “mito”. Porque este filosofo de burundanga, en sus obras suele escudarse en la realidad de “humanizar a Perón”, pero una cosa es la forma en que con intenciones inconfesables y detractoras acude este literato, a diferencias con que lo han hecho muchos otros autores que escribieron desde la buena fe, como por ejemplo Enrique Pavón Pereyra, biógrafo de Juan Perón, quien en su afán por describir al General cotidiano, humano y doméstico, no ha manifestado en ningún momento aversiones subrepticias en contra de su descripto e insigne personaje biografiado.

Uniformemente a lo largo de la historia argentina, en los colegios y universidades ha imperado este tipo de “interpretaciones políticamente correctas” en relación al estudio fenomenológico del Peronismo.
Lo cierto es que en pleno siglo XXI, y desde la caída del pensamiento positivista como método analítico imperante e infalible, nadie niega que la historia en cuanto a (41): academicismo, sea principalmente subjetivista.
Los historiadores asalariados, funcionarios y funcionales al Establishment, siempre acusaron y acusarán de “no objetivos” a los simpatizantes del rosismo, del yirgoyenismo y del Peronismo, y de cuánta exacerbación criolla del patriotismo y sentimiento nacional haya tanto en los procederes como en la filosofía y la ideología. En universidades y colegios, imperan catedráticos que condenan al alter de imparcial, sin recabar en el absurdo que ello puede devenir solamente de un “infalible”. Por consiguiente, siempre ha sido en nuestro país, que los cipayos fueron los intérpretes “infalibles” y los demás han sido considerados como los carentes de objetividad. En resumidas cuentas, la interpretación “civilizada” y de los “civilizados” versus la interpretación “bárbara” y de la “barbarie” como dicotomía única y dogmática de un histórico pensamiento único…
De allí el título de marras: “pensar al Peronismo versus pensar desde el Peronismo”. Porque entre las dicotomías hay una gran diferencia. No es que haya una condena hacia los que piensan al Peronismo, pero por tautologías y razonamientos obvios, quienes piensan al Peronismo generalmente lo hacen desde la “subjetividad no peronista”, excepto honrosos casos de analistas imparciales, imparciales e independientes, dignos ciudadanos conjueces de la historia.
Pero así como no se condena que se piense al Peronismo, lo que sí es reprochable, es que a la hora de interpretarlo, analizarlo o estudiarlo, se utilice metodología ajena a la doctrina peronista, omitiéndose se aluda cómo interpretó el Peronismo la realidad 1943-1976.
Al Peronismo se lo puede pensar con parámetros ajenos a la concepción peronista, como “derecha e izquierda”, “conservadores o progresistas”, “fachos o bolches”, y demás terminologías políticamente correctas, pero ello de ninguna forma, significa el pensar “desde el Peronismo”.
Derecha e izquierda como conceptos ajenos a las concepciones centrales del Peronismo
Lo referido anteriormente se funda en que para el Peronismo las cuestiones centrales no trascendían en la dicotomía derecha/liberal, izquierda/marxista. Para el creador del Movimiento Peronista, el mundo estaba regido por lo que él denominó en llamar como “las internacionales”, que componían el gran poder sinárquico mundial. (11)
Desde que Juan Perón fuera profesor de Historia Militar, en la Escuela Superior de Guerra, cuentan las anécdotas y testimonios, que siempre se explicaba al estudiantado el rol de las seis internacionales: la liberal masónica, la vaticanista, la comunista, la socialdemócrata, la sinárquico sionista, y por último a modo de chanza, el profesor Perón decía que existía la (42)
Internacional más importante, la cual era “la de los boludos”, “de esos que están en todas partes, sin descansar nunca haciendo pelotudeces”, y que eran fácilmente dominables por las demás internacionales. Para el Peronismo, la división derecha/izquierda no es un análisis total de la realidad a decir verdad ello corresponde a una falsa dialéctica integrante de un mismo poder sinárquico mundial. Decía el exiliado ex Presidente Perón en una misiva datada en Madrid, con fecha 30 de agosto de 1966, a su amigo, maestro y simultáneamente discípulo, profesor Carlos A. Disandro:
“… menciono a tales fuerzas que, APARENTEMENTE CONTRAPUESTAS, trabajan de consuno con móviles de dominio por las ‘Grandes Internacionales’ que vienen trabajando desde hace más de treinta años.
“Tales fuerzas son para mí: el marxismo y el capitalismo que, EN APARIENCIA se disputan el predominio, pero en la realidad marchan estrechamente unidas y con designios comunes. Basta para ello verlos en 1938 cuando terceros en discordia(Alemania E Italia) aparecen en el mundo opuestos a tales designios y cómo en 1945 terminada la Segunda Guerra Mundial, en la famosa Conferencia de Yalta, se reparten el mundo para su explotación y dominio. No es menos aleccionador que a estas ‘Grandes Internacionales’ de entonces, aparezcan unidas el sionismo, la masonería y vaticano. En el caso nuestro de 1955, no ha sido menos elocuente la unión de estas cinco internacionales contra el Justicialismo, como fuerzas ocultas de la revolución…”
En consonancia con esto, manifestó Perón también en diario “La Razón” del 4 de julio de1972:
“El problema es liberar al país para seguir libres. Es decir que nosotros debemos enfrentar a la sinarquía internacional manejada desde las Naciones Unidas, donde están el Comunismo, el Capitalismo, la Masonería, el Judaísmo Internacional, y el Vaticano. Todas estas fuerzas que tienen después miles de colaterales en todo el mundo, son las que empiezan a actuar”.
En el siguiente capítulo desarrollaremos cómo en la linealidad de la historia del globo en su generalidad, y de las naciones en su especificidad, tanto el liberalismo como el marxismo y los prosélitos de ambos, no fueron dos demonios sino que han sido dos tridentes compinches de un mismo demonio, la sinarquía internacional monopolizadora del gran poder usurero mundial.