miércoles, 18 de junio de 2014

Operaciones Sinárquicas-El narcotráfico-

En el medio del gran lío que reina en nuestra república, parece medio loco analizar las conspiraciones sinárquicas; pero todo tiene que ver con todo. 
Muchas veces me ha preguntado porque este muchacho Fariña, ayer procesado por la justicia argentina, con 24 años de edad y un título de contador bajo el brazo, es operador financiero estrella de empresarios muy importantes, que pusieron a disposición sus capitales millonarios para que se los "maneje" el joven contador. Lo primero que me pregunto ¿quién lo presentó, quién lo abaló? millones de dólares no los dispone alegremente el "pibe" de la esquina. El que lo abala no puede decir es un buen muchacho, de familia humilde, es del barrio. Perdón no me lo creo.
La famosa valija de Wilson, el venezolano y el avión empresario, sería lavado de dinero? no sé.
El caso de las máquinas tragamonedas, es medio raro que un solo empresario disponga alegremente de efectivo, sin mayor control. Entran $10 acusan contablemente $100 y en realidad entran 90 de efectivo. lavado perfecto, y en cambio chico.
Los transportes de "merca" y efectivo se realiza internacionalmente por avión, no en grandes compañías porque los controles son muy estrictos (por los secuestro y/o atentados), lo que se dice sobre la permeabilidad de nuestras fronteras, sobre las pistas clandestinas, la falta de radares. El procesado Jaime y sus viajes misteriosos.
La impresión de billetes Causa Ciccone, en la que está sospechado un vicepresidente? es raro todo, si la imprenta está en manos de los "narcos". Que terrible.
Estos datos y muchos más hacen más que sospechoso sobre la instalación del narcotráfico en la República Argentina.
De manera que estas publicaciones a mi manera de ver son de actualidad salvo que me demuestren lo contrario, solo pretendo esclarecer minimamente.

He aquí lo que nos dijo acerca de los procedimientos de lavado un funcionario de alto rango de la Dirección de Estupefacientes.

P: ¿Cuánto sale de ganancias de la venta de estupefacientes en la ciudad de Nueva York cada año?.
R: tal vez diez, doce, quince mil millones. Son mil millones en heroína, y quien sabe cuánto de todo lo demás.

P: ¿Cómo puede esconderse tanto dinero sin que ni el Servicio de Impuestos Internos ni nadie se dio cuenta?
R: La mayor parte se lava y se convierte en cuentas bancarias legítimas en Maiami.

P: ¿Cómo se lo llevan para allá? ¿En cajas de cartón?
R: ¡Que cajas de cartón ni de pan caliente! Lo mandan por medio de transferencias bancarias normales.

P: Pero. Para empezar, cómo penetran en los bancos de Nueva York?
R: Mediante negocios legítimos; ese es el mejor disimulo.

P: ¿No fue el caso de la banda de Lucas, en el Bronx, que empleaba una sucursal del Chemical Bank para lavar billetes de cinco y diez dólares, directamente en la calle. La operación de lavado de dinero más importante que se haya desbaratado jamás en Nueva York? Tenían que lavar toda una bóveda repleta de dinero de las drogas.
R: así es.

P: Pero la capacidad total de ese negocio, que empleaba una sucursal completa de un banco comercial, no pasaba de tres o cuatro millones de dólares al año.
R: Eso es lo que recuerdo.

P: O sea, que movían menos del 0.5 por ciento de todas las entradas por venta de estupefacientes que pasan por Nueva York
R: Así me parece.

P: Entonces, ¿de qué tipo de negocios legítimos estamos hablando?
R: De negocios legítimos muy grandes. Es todo lo que puedo decir.
Es un buen comienzo. ¿Quién mueve cantidades de efectivo tan grandes que puede agregarles y disfrazar en ellas grandes cantidades de billetes de baja denominación cobrados en las calles? Los casinos de juego, los estadios deportivos, las grandes tiendas, etc. Más adelante revisaremos la historia de los resorts Internacional, el negocio de juegos de apuesta más grande de los Estados Unidos, y su papel en la estructura de mando de Narcotráfico.S.A. Cuando los casinos terminan el día, el efectivo se lleva al banco en varias enormes bolsas de lona que se acarrean en unos inmensos percheros con ruedas. Uno o dos millones extras al día terminan de formar una bonita suma. Pero no son nada más los casinos, que se hallan bajo vigilancia bastante intensa, sino un sinnúmero de otras fachadas “legítimas”. Más adelante hablaremos de Max Fisher. El zar de los centros comerciales, de los hermanos Jacobs, concesionario de estadios, y de otros lavaderos de dinero sucio.
Pero aun cuando un gran negocio “legítimo” logre meter su dinero ilegal en una cuenta bancaria, tiene que pasar la serie de cotejos que mencionamos que mencionamos anteriormente. ¿Cómo eludirlo?
“Lo que más teme cualquier compañía es convertirse, sin darse cuenta, en huésped de cualquier actividad delictuosa”, nos dijo un importante funcionario de una de las más grandes casas financieras de Nueva York.. “Pero puede resultar muy difícil detenerlas, con tantas presiones para reducir los gastos. Simplemente no se puede revisar cada transacción”.
Volvemos a preguntar qué clase de negocios financieros se emplean comúnmente para manejar grandes cantidades de dinero ilícito sin que se note.
“Hay ciertas cuentas que resultan virtualmente a toda prueba para mover fondos ilícitos”, dijo el funcionario. “Las más confiables son las que maneja, digamos, alguien que hace negocios en el mercado financiero, compra y vende grandes sumas de dinero todos los días. Minuto tras minuto venderá acciones, bonos, bienes a futuro, y empleara el efectivo para comprar más valores; por la cuenta pudieran pasar decenas de millones de dólares al día, aun si el saldo de la jornada son unos cuantos miles de dólares. Nadie notaria el paso de unos cuantos millones de más“.
Se le preguntó cómo pueden los bancos parar eso.
“Una vez que se permite abrir una cubeta, no hay mucho que hacer, concluyo el financiero.
Debe haber alguien que actúa a sabiendas en el banco, por lo general el funcionario que abre la relación comercial. Los demás funcionarios no tienen que saber nada al respecto. Puede bastar con un empleado de Narcotráfico.S.A., bien ubicado en el banco.
Fuente: Narcotráfico.S.A-.Lyndon H. LaRouche