jueves, 31 de julio de 2014

Las causas generadoras de la violencia (tercera parte)


Atentos que esta tercera parte publicadas por este blog de la conferencia del Dr. Carlos Disandro sobre las "Causas Generadoras de la Violencia" dictada los días 18 y 27 de junio de 1974, corresponde a la primera clase de un total de dos. 
En la próxima entrega comenzare con la publicación de la segunda etapa, siempre en partes. 
Pero el hambre sexual afecta a lo más profundo de la naturaleza del hombre, su capacidad creadora más profunda, porque ataca a toda su existencia, presente y futura, porque el sexo es la zona más sagrada de cuanto posee el ser humano; y es esto lo que está afectando del modo más intenso en estos momentos.
No estamos propugnando la purificación de las ciudades cerrando las casas de prostitución; en este aspecto coincidimos  con San Agustín: si las ciudades no tuvieran cloacas perecerían en la podredumbre; las cloacas son imprescindible para dar curso a la podredumbre. Mi planteo está por encima de esto: estoy refiriéndome a lo que afecta a lo más noble y esencial del sentimiento humano. Desde ese punto de vista he señalado que el sexo constituye la esfera más sagrada, y es ella la que está afectada. En la antigüedad, los griegos erigieron estatuas de pudor, consientes de esa sacralidad. Este culto antiguo era una especie de sublimación d las potencias sexuales, muy respetadas entre los griegos. En nuestro tiempo, largos años de un Cristianismo profundo permitieron gobernar esta esfera por el orden monacal: los hombres que libremente elegían la continencia resultaban como equilibradores de la vida social.
Lo de los griegos y lo de los cristianos ya no está más. Hoy hablar de pudor es prestarse al ridículo, y hablar de la continencia y de la virginidad en un mundo aparentemente cristiano, es seguir haciendo el ridículo. Pero lamentablemente no se trata del ridículo sino de naturaleza del hombre, Problema fundamental que las instituciones educativas tendrán que afrontar de manera alguna. En síntesis, el hambre sexual es una poderosa fuerza, tiene contenido ideológico y un contenido físico-espiritual, que actualmente están al servicio de una concepción ideológica.
Aquí insertamos el último estamento de esta serie: Las drogas. Las drogas no son el principio, la continuidad o el ejercicio de la violencia. Los comentarios periodísticos llevan al engaño. Las drogas son el último motivo de esta larga serie de malestares. Haré un sucinto resumen de todo lo señalado:
Partimos de la comprobación empírica de la existencia de violencia en Occidente y distinguimos que se ejerce en todos los niveles. En el mundo comunista no se da, porque ya estuvo y afectó la totalidad de las instituciones. En Occidente la violencia procede de un derrumbe cultural, que es el marco más amplio que planteamos. Este derrumbe es semejante a los que dieron ya en otros tiempos. En un panorama más restringido, se encuentra la ruptura institucional que afecta a la familia, las instituciones educativas y las instituciones religiosas, pero que se insertan en una ruptura más profunda, que es la relación del hombre en sus aspectos naturales y racionales, relación que se ha vulnerado por no respetar el orden de jerarquía entre naturaleza (mayor) y razón (menor).
Pasamos entonces a estudiar la cuestión de las ideologías: operan en este gran contexto las más profundas, lesivas y graves: Estas ideologías se inician con Marx en el siglo XlX, partiendo de una noción revolucionaria, hasta el presente que culminan en una ideología de destrucción y el caos en forma meditada y fría, con un objetivo a cumplir a través de las organizaciones juveniles, y que se resume en la tesis marcussiana: “estudiantes del mundo para la destrucción y el caos total”.

Llegamos sobre esta base a plantear como se insertan en estas ideologías otros aspectos generadores de violencia, que afectan la existencia misma del hombre, considerando los medios audiovisuales como modelos difusores del hambre sexual, y las drogas como instrumento para acceder a un paraíso que no está nunca.
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HIPOCRESÍA SOCIALISTA

Esta bueno, ¿no?