sábado, 12 de abril de 2014

CAPÍTULO I
Los mitos del Perón de derecha, el Perón de izquierda, el Perón liberal, el Perón de centro...
Mito: El Peronismo liberal capitalista y la versatilidad doctrinaria.
Desde la historia “oficial”, se ha sostenido que Perón fue un personaje políticamente mutable, a punto tal que se habla de tres Peronismos: el Peronismo de la primera hora (fascista, nacionalista católico, etcétera), el Peronismo de la segunda hora (liberal, anticatólico, violento, etcétera), el Peronismo de la última hora, post 1955 (marxista o liberal –según quien hable–, moderado, etcétera).
Este discurso se esgrime desde múltiples fuentes como ser: libros de colegios de ¿educación? Secundaria y/o Universitaria, opinólogos de diarios, politicólogos, periodistas mediocres que estuvieron con todos los oficialismos, o por lo menos que tienen más colores que el camaleón que camina en un jardín florido y primaveral.
Éste es uno de los mitos históricos más endebles que se ha coreado, pero como dijimos al comienzo estamos en un mundo irreal con cuotas de realidad. Así es que, si bien es muy infundado, ello es políticamente aceptado inclusive por personas que dicen ser peronistas.
Ciertamente si consideramos que el cimiento de las “filosofía” del Peronismo, es la unidad de concepción correlativa a la unidad de acción, fácilmente podemos concluir que la versatilidad política del Peronismo, es una falacia.
Cabe considerar que si a Jesucristo, el mismo Hijo de Dios, se lo ha pretendido ajironar a los tiempos a punto tal que después del Concilio Vaticano II se han sostenido como infalibles tremendas herejías y blasfemias; qué quedará para Juan Perón cuya alma era puramente humana…
Retomando el tema de unidad de concepción, presentaremos sintéticamente una explicación sobre la Tercera Posición, y la noción del capital para el Peronismo. Así, se buscará destruir el mito del Perón liberal que los historiadores (o fabuladores) hablan en relación a la aprobación de la llamada “Ley de Radicación de Capitales”.
La Tercera Posición  (21)
La tercera posición es proclamada por la Doctrina Justicialista en materia internacional, y por consiguiente en la uniformidad acción–concepción nacional. Esgrime una posición absolutamente independiente de los dictados de las dos superpotencias que se han repartido, en sendas áreas según sus respectivos intereses estratégicos, el mundo post Segunda Guerra Mundial. Trata de una concepción política y filosófica. El General Perón, percibió nítidamente hace seis décadas la falacia ideológica de presentar la opción entre capitalismo y comunismo, como ineludible, pues ambos extremos dialécticos coincidían en ser instrumentos de dominación mundial. Ambos extremos (o mejor dicho, extremismos), compartían sus rasgos distintivos primordiales: su desprecio por el hombre (individualismo uno y colectivismo el otro respectivamente), su materialismo y su finalidad de dominio, siempre en última instancia, de unos pocos sobre el resto de los hombres. Decía el General Perón; “es evidente que ninguna de estas dos soluciones, nos llevaría a los argentinos a la conquista de la felicidad que anhelábamos para nuestro pueblo. Así fue que nos decidimos a crear las nuevas bases de una Tercera Posición que nos permitió ofrecer a nuestro pueblo otro camino que no lo condujese a la explotación y a la miseria.” (22)
“En una palabra, una posición netamente argentina, para los argentinos, la cual nos permitió seguir en cuerpo y alma la ruta de la libertad y de la justicia que siempre nos señaló la bandera de nuestras glorias tradicionales”. “Toda la filosofía de esta Tercera Posición, se encuentra escrita en la Doctrina Justicialista y perfectamente delineada en las miles de realizaciones de nuestra etapa de gobierno, en las conquistas sociales, gremiales y culturales de un pueblo que supo mantener, impertérrito, su lealtad a estos principios durante los dieciocho años de cruenta lucha, bañados por el sacrificio de muchos hermanos muertos, torturados y presos…”“Por ello, libre de toda atadura ideológica extraña a nuestras nacionalidad, la República Argentina puede hablar con altura moral a todos los países del mundo, tendiendo su mano generosa, abierta y franca, sin reservas de ninguna especie, porque nuestro Justicialismo nos permite buscar y hallar siempre las coincidencias necesarias como para que todos los pueblos puedan hallar en dicha filosofía el camino tan anhelado de la libertad” (3)
Desde el punto de vista ideológico, la Tercera Posición Justicialista proclamó el derecho de todos los pueblos a forjar su propio destino de acuerdo con sus auténticas tradiciones y con la esencia de su forma de ser, en plena libertad e independencia. La concepción peronista es la propuesta refundacional de un orden internacional justo, basado en el respeto absoluto de la soberanía política de todas las naciones. La convivencia política internacional –las relaciones internacionales– debe fundarse, conforme a la perspectiva justicialista, en el derecho a la autodeterminación de los pueblos y al respeto a los tratados libremente convenidos (
Pacta Stunt Servando: los pactos están hechos para ser cumplidos).Frente al capitalismo y al comunismo, para la Tercera Posición, el hombre no es ni un individuo egoísta y aislado ni un mero instrumento dentro de un gigantesco engranaje colectivo; es un ser que vive en sociedad, que libremente constituye la familia, las sociedades intermedias, el estado, y en fin las sociedades internacionales. Así resume el tema el General Perón en el documento antes citado: “
 Para sintetizar nuestra Tercera Posición Justicialista, diremos que el orden político implica poner la soberanía de las naciones al servicio de la humanidad, en un sistema cooperativo de gobierno mundial, donde nadie es más que nadie. En orden económico, la Tercera Posición es la liberación de los extremos perniciosos, como lo son una economía excesivamente libre y otra exclusivamente dirigida, para adoptar un sistema económico social al que se llega colocando el capital al servicio de la economía.” (23)
“En el orden social, en medio del caos que opera en el mundo fluctuante entre el individualismo y el colectivismo, nosotros adoptamos un sistema intermedio cuyo instrumento básico es la justicia social.”
Ahora bien, nos queda por analizar la Tercera Posición Política ante los acuerdos de Yalta y de Potsdam, con las correspondientes estrategias geopolíticas de las grandes potencias y las interrelaciones de los grupos sinárquicos.
Finalizada la II Guerra Mundial, o posteriormente a los acuerdos antes citados, las dos potencias hegemónicas –los Estados Unidos y la Unión Soviética–, dividen el mundo en dos grandes zonas de influencia. Heredero de la dominación británica –ya había sonado la hora final en la decadencia del imperio inglés–, el dominio de América fue obviamente adjudicado al imperialismo norteamericano que utilizará como instrumento primordial la penetración económica –apoyada crecientemente por la colonización cultural y, sin vacilar, en ciertas ocasiones, también por la intervención armada–. Para ello cuenta, como elemento decisivo, con su alianza con las oligarquías vernáculas (los cipayos), las que se transforman en dóciles instrumentos al servicio de los intereses plutocráticos.
 Decía el General Perón en La Hora de los Pueblos, “colateralmente a la ocupación militar, dirigida por el Pentágono (…) bajo cuya conducción y mando están muchas Fuerzas Armadas latinoamericanas, verdaderas guardias pretorianas y fuerzas de ocupación, los capitales realizan su expansión económica y financiera copando las fuentes de riqueza de los diversos países con la ayuda de gobernantes proclives, previamente colocados allí por el propio imperialismo, algunas veces como dictaduras militares democráticas aunque tengan necesidad de asumir la suma del poder público…”.
“Los pretextos para la entrega han sido muchos y muy variados; algunas veces se la cubre con el rótulo del desarrollo, otras con el de la ayuda para el progreso, también con el de la privatización de las empresas estatales, a veces con el del aporte de capitales o inversiones extranjeras. Pero aunque los pretextos pueden ser muchos, nadie se engaña sobre la verdadera causa, y si la abyección no está en el imperialismo que, al fin y al cabo cumple sus objetivos, recae infamantemente en los que, teniendo la responsabilidad de los destinos nacionales, son capaces de traicionarlos. No digamos tampoco que esto es nuevo, se lo viene practicando hace ya más de veinte años, en todas partes con los mismos trucos, ante la pasividad culpable y consciente de los responsables y la ruina progresiva de las naciones que llegan a caer en las redes de la conquista y en las trapisondas delictivas de los que la hacen posible.”
Y pensar que aún hay quienes juran por su madre y el Sagrado, que Menem fue y es Peronista… (24)
Proclamada desde casi la primera hora de su primer gobierno por el General Perón como una solución humanista y cristiana de los problemas mundiales, la Tercera Posición política comenzó a trascender entre naciones sojuzgadas por uno u otro imperialismo. Hastiados de falacias ideológicas, el claro llamado al realismo político de la comunidad internacional formulado por Perón atrajo la atención de muchos pueblos del mundo; pueblos a los cuales, frente a la explotación, la dependencia y el vasallaje, solo se les brindará la salida del ideologismo o la violencia.
La propuesta política tercerista entiende que todas las naciones deben ser socialmente justas, económicamente libres y políticamente soberanas. Todas ellas – con igualdad de derechos y deberes, cualesquiera sean su extensión, su población, su historia o su poderío – tienen una función internacional que cumplir. En la comunidad internacional no deben existir naciones y pueblos dirigentes ni naciones y pueblos dirigidos, ni naciones ni pueblos explotadores ni naciones ni pueblos explotados.